Hoy es uno de esos días en que me saldré de la caja y experimentaré iniciar una platica un poco fuera de lo habitual en este, tu blog favorito. Espero que lo disfrutes y que valga el riego.
En el año de 1995, se comenzó a estudiar esta capacidad sensorial de nuestra piel. Entonces, supimos que se trataba de un nuevo sistema, antes no conocido. Los estímulos del tacto viajan por esta red alrededor de 1-2 segundos, antes de alcanzar hasta llegar a nuestro cerebro donde finalmente son filtrados. Los receptores táctil-C se encuentran en la piel con vellos y están ausentes en la palma de la mano, las mucosas y en los genitales. Su estimulación -por caricias- activa un área del cerebro que se ha relacionado en anteriores investigaciones con el proceso de emociones positivas.
Justo después de nacer, cuando todavía no podemos ver de manera madura más allá de los 30 centímetros. La primera caricia nos ayuda a estabilizar la respiración, a regularizar la temperatura corporal y los niveles de azúcar en nuestra sangre. Es a través del contacto físico que cada bebé comprende la diferencia entre "el yo y el otro". En su piel hay millones de receptores que producen estímulos que son vitales para el desarrollo biológico y de su desarrollo mental y emocional.
Para lograr activar este sistema sensorial de receptores táctil-C se deben combinar algunos factores comunes como; tacto con movimiento suave, lento, temperatura idónea de 34 grados Celsius, que este contacto no sea producido por la misma persona que lo recibe. Esto sucede porque el cerebro suprime este estimulo cuando el contacto lo origino yo mismo, las caricias propias no producen el mismo estimulo que en aquel caso en que provengan desde otra persona. Esto nos afecta sobre todo cuando nos sentimos enamorados.
Cuando el cerebro define qué la sensación recibida se trata de una caricia agradable, entonces el cerebro reacciona y premia este estimulo con algo de oxitocina. Cuando la persona que recibe el estimulo está ilusionada o enamorada el premio de oxitocina que se entrega se percibe mucho más intenso. Otro factor que suele afectar esta percepción, está ligada en si la persona que provoca el estimulo agradable es parte del grupo íntimo o no. Los receptores táctil-C mandan señales de placer al cerebro cuando la velocidad de la caricia oscila entre 1 y 10 centímetros por segundo. Si la velocidad es menor o mayor, no se producirá la sensación placentera. O bien, no se activan esta red de fibras sensoriales. La mayor activación del receptor, corresponde con la mayor sensación de placer, se produce a una velocidad de 1, 3 a 10 centímetros por segundo, sobre todo y en mayor manera en la zona de nuestra espalda, donde se encuentra nuestra medula espinal y el asta dorsal y desde aquí a las interneuronas, finalmente llega a áreas del cerebro encargadas del yo social y la recompensa.
El distanciamiento social y el aislamiento producen el efecto contrario. Pues experimentamos un vacío profundo de oxitocina. Ante este déficit el cerebro va a buscar cómo compensar la falta del premio y de su efecto agradable. Lo que va provocar un incremento del cortisol; también conocida como la hormona del stress. Por eso observamos que muchas personas buscan como un substituto compensatorio la ingesta de alimentos y bebidas. Sobre todo hay una preferencia a las combinaciones de harinas, grasas y azúcar. El distanciamiento social nos ha aumentado los niveles del stress.
Cuando experimentamos un accidente y recibimos golpes u otra experiencia traumática, la reacción en automatismo que genera nuestro cerebro es sobar la piel sobre la zona afectada. Aplicamos movimientos lentos y suaves lo que en algunos segundos tiende a calmar el dolor sobre la misma zona. La eficiencia de una caricia agradable sobre una zona dolorida es más ágil y rápida que la respuesta que se obtiene de escuchar palabras de alivio. Las caricias -suaves, lentas- activan esta red de receptores táctil-C y su mensaje al cerebro bloquea los otros mensajes que también viajan al cerebro de forma síncrona, al bloquear la sensación de dolor empezamos a experimentar alivio en la zona golpeada, como un efecto analgésico.
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