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01 enero 2025

La magia de la resiliencia.


La resiliencia se considera una competencia blanda, que se refiere a un conjunto de habilidades interpersonales y emocionales que permiten a las personas adaptarse y recuperarse de situaciones difíciles. Las competencias blandas también son conocidas como soft skills y son cada vez más valoradas y deseadas en el ámbito laboral, ya que complementan las habilidades técnicas (hard skills) necesarias para desempeñar un trabajo específico.  Se estima que hasta un 85% del éxito laboral se atribuye a estas habilidades, mientras que solo el 15% se debe a habilidades técnicas. Las habilidades blandas son cruciales para el éxito profesional en el entorno laboral actual. Su desarrollo no solo mejora las perspectivas laborales individuales, sino que también contribuye a crear equipos más efectivos y ambientes de trabajo positivos. Invertir en el desarrollo de estas competencias es esencial para prosperar en un mercado laboral competitivo y en constante cambio.
La resiliencia es una competencia blanda fundamental que nos permite a las personas enfrentar adversidades con fortaleza y adaptabilidad. Al desarrollar habilidades blandas como la comunicación, la empatía y la resolución de problemas, los individuos pueden mejorar su capacidad para ser resilientes, lo cual es esencial tanto en el ámbito personal como profesional.
El término resiliencia fue adoptado por la psicología en el recién pasado siglo 20, gracias a investigadores como Michael Rutter y Boris Cyrulnik, quienes exploraron cómo las personas pueden superar situaciones adversas y traumáticas. Boris Cyrulnik, por ejemplo, estudió la resiliencia de sobrevivientes del Holocausto, lo que ayudó a establecer la resiliencia como un concepto crucial en la comprensión del comportamiento humano frente a la adversidad. Originalmente en la física se describía como la capacidad de un material para recuperar su forma original tras haber sido deformado por una fuerza externa. Pero, en la actualidad el concepto de resiliencia se aplica no solo a individuos, sino también a comunidades y ecosistemas, reflejando su capacidad para recuperarse de perturbaciones.
Etimología: El verbo resilio (latín) proviene de la combinación del prefijo re-, que indica repetición o retroceso, y el verbo salire, que significa "saltar". Por lo tanto, resilio se traduce como "saltar hacia atrás" o "rebotar". Este término refleja la idea de un movimiento de retroceso, que se ha adaptado a diferentes contextos a lo largo del tiempo. En su forma clásica, resilio es un verbo intransitivo que se usaba para describir acciones como retroceder repentinamente o saltar horrorizado.
Te invito a leer el post Florecer en la adversidad de uno de nuestros blogs hermanos.

Boris Cyrulnik, neurólogo y psiquiatra francés, ha desarrollado un enfoque profundo y esperanzador sobre la resiliencia, que él define como la capacidad de las personas para enfrentar y superar adversidades, transformando el dolor en una fuerza motora para el crecimiento personal. La resiliencia no implica ignorar o minimizar el trauma. Por el contrario, es un proceso de transformación que permite a las personas crecer y sanar a partir de sus experiencias dolorosas. La resiliencia está fuertemente influenciada por el entorno social y afectivo. Cyrulnik argumenta que las relaciones significativas y el apoyo emocional son cruciales para desarrollar resiliencia. Un ambiente seguro y afectuoso puede ayudar a las personas a recuperarse de experiencias traumática. Expresar o narrar las experiencias dolorosas puede proporcionar perspectiva y significado, lo que facilita el proceso de sanación. Esta idea se refleja en su afirmación de que "todas las penas se pueden soportar si las plasmas en una historia". Una persona resiliente comprende que tiene el poder de dar forma a su propia vida y felicidad. Esta autoconciencia permite a los individuos tomar decisiones activas en su proceso de recuperación y desarrollo personal.
Boris Cyrulnik es un sobreviviente del Holocausto. Nacido en una familia judía, perdió a sus dos padres durante la Segunda Guerra Mundial y, a una edad temprana, logró escapar de la deportación escondiéndose. A pesar de las pérdidas significativas, su capacidad para encontrar sentido y humor en las tragedias pasadas resalta el poder transformador del tiempo y la comprensión, así como la importancia de compartir estas experiencias con las generaciones futuras.

Si alguna vez sientes que no puedes más, piensa en que incluso los superhéroes necesitan un descanso (y a veces, una buena taza de café).

La resiliencia es descrita por Cyrunik como un "oxímoron", (combinación o mezcla en una misma estructura sintáctica, de dos palabras o expresiones de significado opuesto que originan un nuevo sentido o significado) como "maravilloso sufrimiento" o "silencio ensordecedor". Esto refleja cómo las experiencias difíciles pueden ser transformadas en oportunidades para el crecimiento o combustible para desarrollarse. La falta de apoyo emocional puede ser devastadora; Cyrulnik subraya que lo que provoca el hundimiento de la persona no es solo el trauma, sino también la falta de conexiones afectivas y sociales. La perspectiva de la resiliencia promueve una esperanza realista que no niega los problemas, sino que reconoce su existencia mientras se busca activamente superarlos.

"La resiliencia no es solo la capacidad de recuperarse,
sino también la habilidad de transformar el dolor en fuerza." – Anónimo

La resiliencia no es un rasgo innato, sino una capacidad que se va a desarrollar en cada persona a través de las experiencias vividas y el apoyo del entorno. Al aplicar estas estrategias prácticas, se puede fomentar un desarrollo resiliente en individuos, ayudándoles a enfrentar y superar adversidades con mayor fortaleza a través de grupos de apoyo -Cyrulnik- destaca que las relaciones interpersonales sólidas son fundamentales para el desarrollo de la resiliencia. Promover un entorno familiar y social donde los individuos se sientan apoyados y comprendidos puede ayudar a enfrentar mejor las adversidades. Una de las estrategias que propone es la narración de historias. Escribir sobre experiencias dolorosas o compartirlas en un grupo puede ayudar a las personas a dar sentido a sus traumas, transformando el dolor en una narrativa que fomente el desarrollo personal. Se sugiere que es crucial crear entornos seguros y afectuosos, tanto en el hogar como en los centros educativos. Esto incluye ralentizar los ritmos de vida y enseñar a los niños a confiar en sí mismos y en los demás, lo que les proporciona una base sólida para desarrollar resiliencia. Implementar programas que enseñen habilidades socioemocionales, como la correcta gestión del estrés y la empatía, es vital. Estas habilidades permiten a las personas manejar mejor sus emociones y responder adecuadamente ante situaciones difíciles. Disponer de programas de mentoría entre pares puede ser efectiva, donde estudiantes mayores guían a los más jóvenes, proporcionando apoyo emocional y un modelo a seguir. Incentivar ejercicios de reflexión, como escribir sobre desafíos enfrentados y cómo se superaron, ayuda a construir una comunidad resiliente y fortalece las habilidades emocionales. Fomentar una mentalidad de crecimiento, donde se reconozca que las habilidades pueden desarrollarse mediante el esfuerzo, es esencial para cultivar resiliencia en niños y adultos.

Imagina -por un instante- un futuro donde cada desafío
lo transformas en una oportunidad para crecer.
¿Qué lograrías si abrazaras cada obstáculo con valentía?

Es posible que en este momento de la lectura te hagas la pregunta: ¿Entonces, cómo puedo desarrollar mi capacidad resiliente? Existen estrategias para mejorar y desarrollar mi capacidad de resiliencia como:
Auto-observación. Conocerse mejor permite identificar fortalezas y debilidades, lo que facilita una adaptación positiva al cambio. Dedicar tiempo a la reflexión personal es esencial para el desarrollo de la resiliencia.
Construcción de relaciones de apoyo. Establecer y mantener relaciones saludables con familiares, amigos, compañeros y colegas proporciona un sistema de apoyo crucial. Estas conexiones ayudan a enfrentar crisis y ofrecen un refugio emocional en tiempos difíciles. Debes contar con un equipo de apoyo que reaccione a tu favor cuando tus fuerzas, capacidades o recursos ya no estén en el punto más alto.
Enfoque positivo ante la adversidad. Adoptar una mentalidad que busque aprender de las dificultades puede transformar problemas en oportunidades. Se recomienda ver cada desafío como una lección que contribuye al crecimiento personal.
Cuidado personal. Procurar una buena salud física es fundamental para la resiliencia. Esto incluye hacer ejercicio regularmente, dormir lo suficiente y llevar una dieta sana, ya que el bienestar físico influye directamente en la salud mental.
Práctica de la meditación y mindfulness. Nos ayuda a reducir la ansiedad, el estrés y mejora la capacidad de concentración y autoconocimiento, lo que a su vez refuerza la resiliencia. ¿Has tomado tiempo antes del amanecer para orar?
Establecimiento de objetivos realistas. Definir metas alcanzables permite experimentar un sentido de logro, lo que fortalece la autoeficacia y motiva a seguir adelante incluso ante desafíos. ¿Si posees un llamado, conoces tu propósito y reconoces tu destino en la eternidad? Ya tienes una increíble fortaleza interior.
Flexibilidad cognitiva. Evitar ver las crisis como obstáculos insuperables es clave. Cambiar la forma en que se interpretan los problemas ayuda a encontrar soluciones efectivas y a mantener una perspectiva optimista.
El uso del humor en situaciones difíciles puede aliviar tensiones y proporcionar una nueva perspectiva sobre los problemas, ayudando a mantener un enfoque positivo.
Diario de gratitud. Llevar un diario donde se registren las cosas positivas del día puede ayudar a cultivar una actitud más optimista y centrarse en los aspectos buenos de la vida, promoviendo así la resiliencia. Ser una persona más agradecida y que expresa la gratitud espontáneamente. 
Aprender de las experiencias. Reflexionar sobre cómo se han manejado situaciones difíciles en el pasado permite reconocer patrones de comportamiento efectivos y aplicar esos aprendizajes en futuros desafíos.
Desarrollar resiliencia es un proceso continuo que se puede fortalecer mediante prácticas diarias conscientes. Al implementar estas estrategias, las personas pueden mejorar su capacidad para enfrentar adversidades, adaptarse a los cambios y crecer a partir de sus experiencias.

Cada vez que te vuelves a levantar -después de caer- estás escribiendo
tu propia historia de valentía y superación.
¡Sigue adelante!

Presta atención a la siguiente historia: Un Viaje a Través de las Matemáticas.
Siempre creí que las matemáticas y yo éramos como dos ríos que nunca se cruzarían. Por eso he orientado mi futuro profesional al área de humanidades y arte. Desde la escuela primaria, cada vez que veía un problema de álgebra o una ecuación, sentía que mi cerebro se nublaba. Mis compañeros parecían resolverlo todo con facilidad, mientras yo luchaba por entender los conceptos más básicos. Así que, cuando llegué a la universidad y me inscribí en mi carrera de Psicología, pensé que finalmente podría dejar atrás esa pesadilla numérica. 
Sin embargo, el destino tenía otros planes. En mi segundo año, me encontré con un requisito inesperado: Un curso de Estadística. La noticia me golpeó como un balde de agua fría. La idea de enfrentarme a las matemáticas nuevamente me llenó de ansiedad. Recuerdo claramente el primer día de clase; el profesor comenzó a hablar sobre distribuciones y probabilidades, y yo me sentí como si estuviera en un país extranjero sin un diccionario.
Los primeras semanas fueron un verdadero desafío. Mis calificaciones eran desalentadoras y mis compañeros parecían avanzar sin esfuerzo, mientras yo me quedaba atrás. Las noches se llenaban de lágrimas y frustración; cada examen era una prueba no solo de mis habilidades académicas, sino también de mi autoestima. Comencé a dudar de mí mismo y a preguntarme si realmente estaba hecho para la universidad.
Una tarde, después de recibir otro examen con calificación no aprobatoria, decidí dar un paseo por el campus para despejar mis ideas y sentimientos. Mientras caminaba, pude observar a un grupo de estudiantes riendo y trabajando juntos en una mesa al aire libre. Me senté en una banca cercana y los observé, sintiendo una mezcla de envidia y tristeza. Fue entonces, cuando comprendí que no estaba solo en esta lucha; todos enfrentan sus propias batallas.
Decidí que era hora de cambiar mi enfoque y mi actitud actual. En lugar de rendirme, busqué ayuda. Hablé con el profesor después de clase y me animó a asistir a las sesiones de tutoría. También empecé a formar un grupo de estudio diario con algunos compañeros que estaban dispuestos a ayudarme. Fue un proceso lento, pero poco a poco empecé a entender los conceptos.
Cada pequeño avance se sentía como una victoria monumental. Aprendí a descomponer los problemas en partes más manejables y a no tener miedo de cometer errores. Cada vez que resolvía una ecuación correctamente, mi confianza crecía. Con el tiempo, lo que antes era una fuente constante de ansiedad se convirtió en un reto emocionante.
Al final del período académico, no solo aprobé el curso con una buena nota, sino que también descubrí una nueva pasión por la estadística y su aplicación en la psicología. Este viaje me enseñó que la resiliencia no es solo resistir las tormentas; es aprender a navegar por ellas. Aprendí que está bien pedir ayuda y que el trabajo en equipo puede transformar incluso las experiencias más difíciles en oportunidades para crecer.
Hoy miro hacia atrás y agradezco aquella clase de estadísticas que tanto temía. No solo me ayudó en mi avance académico, sino que también me enseñó lecciones valiosas sobre la perseverancia y la importancia de enfrentar nuestros miedos. Las matemáticas y yo ahora compartimos un espacio en mi vida; hemos encontrado un punto en común donde puedo aplicar lo aprendido no solo en los números, sino también en cada desafío que se presente ante mí.
La resiliencia es una habilidad poderosa, y estoy agradecido por haberla cultivado en uno de los momentos más difíciles de mi vida universitaria.

Para desarrollar una sólida lógica matemática y pensamiento abstracto en el ámbito universitario, es fundamental adoptar una serie de buenos hábitos que fomenten la comprensión profunda de los conceptos. En primer lugar, es recomendable abordar las matemáticas de manera activa, lo que implica resolver problemas de forma regular y no solo leer o escuchar pasivamente las explicaciones. Establecer un horario de estudio consistente, donde se dedique tiempo específico a la práctica de ejercicios, es clave para reforzar el aprendizaje. Además, es útil descomponer problemas complejos en partes más simples y analizarlas individualmente, lo que ayuda a construir conexiones lógicas entre los conceptos. Participar en grupos de estudio también puede ser beneficioso, ya que discutir ideas y resolver problemas en conjunto estimula el pensamiento crítico y permite ver diferentes enfoques. Finalmente, mantener una actitud positiva hacia el error como parte del proceso de aprendizaje es esencial; cada equivocación ofrece una oportunidad para reflexionar y mejorar la comprensión.

Y así, llegamos al final de este viaje por el fascinante mundo de la resiliencia. Hemos explorado cómo esta poderosa habilidad no solo nos permite enfrentar adversidades, sino que también nos transforma en versiones más fuertes y sabias de nosotros mismos. La resiliencia es como un músculo: cuanto más lo ejercitamos, más robusto se vuelve. Imagina cada desafío como una ola en el océano de la vida. Algunas son pequeñas y suaves, mientras que otras pueden ser enormes y aterradoras. Pero aquí está nuestro secreto: Cada ola nos brinda la oportunidad de aprender a surfear y navegar mejor. Cada caída nos reta a levantarnos con más determinación. Y aunque a veces puede parecer que estamos nadando contra corriente, recuerda que cada esfuerzo cuenta y cada paso hacia adelante es un triunfo. Así que, la próxima vez que enfrentes un obstáculo, respira hondo y recuerda: ¡Eres más fuerte de lo que piensas! La resiliencia no es solo una respuesta a la adversidad; es una celebración de nuestra capacidad para adaptarnos, crecer y florecer. Abracemos nuestras historias, aprendamos de ellas y sigamos avanzando con el corazón lleno de esperanza. Gracias por acompañarnos a lo largo de esta reflexión sobre la resiliencia. ¡Sigamos juntos en este camino de crecimiento personal! Recuerda, cada minuto esconde una nueva oportunidad para ser resiliente y brillar. ¿Cuál es tu historia de resiliencia? Comparte tu experiencia y inspiremos juntos a otros?

Qué estés bien,