El Himno Nacional de Honduras es una sublime composición poética-musical en alabanza a la Patria, que expresa con júbilo impetuoso, entusiasmo y sacrosanto amor de parte de sus hijos; hondureñas y hondureños. Antes de surgir éste, los hondureños cantaban en actos oficiales el Himno Centroamericano " La Granadera " creada entre 1842 y 1877, y cuya música (marcha fúnebre guatemalteca) se la atribuyen a Eulalio Samayoa, y la letra a Rómulo E. Durón. Durante los primeros 94 años de la historia de Honduras no se contó con un himno oficial. Adicionalmente, también se entonaban durante ese periodo el Himno marcial, Una salva hondureños, el Himno Nacional y el Himno hondureño.
Augusto Constantino Coello Estévez
Don Augusto Constantino Coello Estévez llamó a su poema "Canto a Honduras" y la inspiración para escribirlo surgió en el año de 1903. Una de las motivaciones que le empujó a redactar estos versos fue que entonces no se disponía de poemas inspirados en la patria desde la época del descubrimiento y como poeta deseó contribuir a la cultura de Honduras. El autor de la letra de nuestro Himno Nacional nació un uno de septiembre de 1883 en la ciudad de Tegucigalpa, hijo de los señores Adán Coello y la señora Adela Estévez, inició su actividad como servidor público a los 17 años. Sobre su fallecimiento existen dos versiones: la primera -la más conocida- cuenta que falleció un ocho de septiembre de 1941 en la ciudad de San Salvador, El Salvador a los 58 años. Existe, también otra versión que narra que falleció -a causa de cáncer- en los Estados Unidos a la edad de 56 años, según cuentan sus nietos.
Carlos Härtling
La música fue compuesta por el músico de origen alemán Carlos Hartling -Karl Wilhen Härtling Wilhemine- este había nacido el dos de septiembre de 1869 en la ciudad de Schlotheim, Alemania y se nacionalizó hondureño, realizó sus estudios en los conservatorios Weimar y Leipzing, los concluyó en la Academia Musical de Múnich(München) -Königlichen Akademie der Tonkunst- escribió la música del poema "Canto a Honduras" en 1903. Sus padres fueron Georg Friederich Härtling y Johanne Heriete Wilhemine. El Alemania dirigió escuelas musicales, orquestas y bandas militares como la banda del 71 regimiento de infantería. Llegó a Honduras en septiembre del año 1896. Se casó con Guadalupe Ferrari Guardiola, juntos tuvieron dos hijas; Enriqueta y Alicia Härtling. En el año de 1903 recibe el encargo de darle música al poema Canto a Honduras. Falleció en Santa Tecla, El Salvador el 13 de agosto de 1920 por fiebre amarilla.
Las estudiantes de la Escuela Normal de Señoritas lo cantaron por primera vez un 15 de septiembre del año 1904 en el Cuartel San Francisco, fue estrenado con todos los honores en la Escuela Guadalupe Reyes de Tegucigalpa y dirigido por el maestro Carlos Hartling. Fue cantado en otra oportunidad en la bella isla de Amapala durante una reunión de presidentes de la región centroamericana.
Fue el 13 de noviembre del año 1915 que se le dio vida oficial al actual Himno Nacional bajo el decreto número 42 en la Gaceta 4,529 publicada con fecha 16 de enero de 1916. En esos días era Secretario de Educación el Sr. Rómulo E. Durón, y el Presidente del poder ejecutivo era el Dr. Alberto de Jesús Membreño.
Bandera de la República de Honduras. (Foto: Mauricio Pineda) |
Su uso no es algo arbitrario, así en 1917 se reglamentó su uso oficial para actos especiales su ejecución en actos especiales fue a partir de 1917. Mientras sus notas son entonadas el Himno Nacional debe ser escuchado puestos de pie, y con reverencia. Al finalizar no se debe aplaudir.
Histórico: El Himno Nacional de Honduras narra la historia del país, desde la época precolombina hasta su independencia del Reino de España.
Cultural: El Himno Nacional de Honduras exalta la cultura hondureña, sus paisajes naturales, su flora y fauna.
Patriótico: El Himno Nacional de Honduras expresa el amor y el orgullo por la patria.
El Himno Nacional de Honduras consta de siete estrofas o voces y un coro. Cada estrofa está formada por ocho versos decasílabos, con acento métrico en la tercera, sexta, y novena sílaba.
Escudo Oficial de la República de Honduras
El coro, es una evocación descriptiva muy breve de los símbolo nacionales - La Bandera y el el Escudo Nacional. El emblema es el escudo con la leyenda: República de Honduras, libre, soberana e independiente, 15 de septiembre de 1821, escrita en el óvalo. El mar embravecido representa los dos océanos que bañan y protegen las costas hondureñas. El volcán viene a ser el territorio nacional protegido por esos dos mares. Sobre el volcán nace y resplandece el sol, que en tiempos pasados era imagen de adoración para los aborígenes como punto central del Universo. Padre y guía que desprende luz y calor para mantener la vida de los seres y las cosas, ese sol es naciente para indicar que la vida se desarrolla cada día de manera a perenne juventud. La primera estrofa, evoca el descubrimiento de nuestro territorio continental por el navegante genovés Cristóbal Colón -Cristoforo Colombo- quien llegó a la isla de Guanaja y a la costa continental el 30 de julio de 1502. Como una india virgen y hermosa personifica a Honduras, virgen porque en su suelo no había puesto la planta ningún hombre extraño. Cerrados sus ojos a la luz de la civilización europea, arrullada por el incesante rumor de sus mares y echada en actitud de largo reposo, con sus riquezas amontonadas alrededor, así estaba la india al hallarla Cristóbal Colón en el año de 1502. La segunda estrofa, narra los cuatro viajes de este navegante a tierras de nuestro continente. El descubrimiento de tanta belleza natural, acaso inesperada, produjo admiración y embeleso en el espíritu de Colon por lo tanto el vasto mar consagró el acto con su oleaje en la playa tal como si fueran besos de amor eterno. Cristóbal Colón había concebido la existencia de otras tierras que ensancharan al mundo hasta entonces conocido por los europeos. Firme en su concepción y después de marchas fatigosas a través de Portugal y España venciendo muchas dificultades y realizando grandes esfuerzos en varios años pudo preparar la primera expedición y se aventuró a navegar por el océano Atlántico, sin detenerse hasta encontrar la tierra presentida. En el cuarto y último viaje, Colón descubrió a Honduras, tomando posesión del territorio en nombre de los reyes españoles, Fernando e Isabel el 17 de agosto del mismo año de 1502. Regresó a España dejando iniciados los dominios de ella en el nuevo territorio que por lo tanto fue llamado Hibueras por eso cuando la india que personificaba a Honduras, despertó y levantó su frente, notó con asombro e inquietud, que flameaba la bandera española como señal de hallazgo de Colón en la tierra que tuvo esa suerte como corazón histórico. La tercera estrofa cuenta la tenaz resistencia del líder indígena Lempira ante las fuerzas invasoras. Al hallazgo siguió la ocupación y a ésta el ejercicio del dominio. Para realizar la ocupación vinieron los conquistadores que penetraron al territorio por diversos rumbos. Era natural que los nativos se resistieran valiéndose de todas sus facultades materiales y morales. Llegó el año de 1537. Todo el país estaba sometido por los conquistadores, había sido vencida la gente de Copantl. Faltaban las tribus aguerridas de Cerquín, que arreglaron sus disidencias y se unieron frente al enemigo común, reuniendo un gran ejército que pusieron bajo el mando de Lempira. Dispuesto a la defensa de sus lares Lempira estableció su campamento en las alturas de Congolón, Coyucotena y Piedra Parada que corresponde al municipio de Erandique. El gobernador Francisco de Montejo, mandó al capitán Alonso de Cáceres con los individuos disponibles para someter a Lempira. Este no aceptó la excitativa de sumisión y obediencia que le dirigieron aquellos por medio de unos comisionados especiales. Irritado Cáceres acudió al medio deshonroso de la traición: uno de los emisarios que mandó con bandera blanca, al estar a corta distancia de Lempira, disparó su arcabuz, hiriendo en la frente al héroe que rodó por la pendiente pedregosa. Con la muerte de Lempira quedó implantado el dominio en forma de coloniaje, pues amedrentados los indios con la muerte de su jefe, se dieron por vencidos del todo. Y así fue inútil que aquel hombre ejemplar ofrendara su sangre generosa en la defensa por la libertad de su pueblo. La cuarta estrofa cuenta la vida en la época que hubo colonia de la corona española. Tres siglos duró la dominación española. Durante ese tiempo, los nativos servían y obedecían en verdadera esclavitud, a los señores y autoridades coloniales, en nombre del Rey. Las ansias de libertad hervían en los espíritus oprimidos y las demostraciones por gozar de ese derecho esencial e inherente al hombre para que tenga responsabilidad se perdían en el viento. Al fin los hijos grandes del pueblo sometido a la servidumbre, oyeron el eco del estruendo que producía el movimiento revolucionario que había más allá del Océano Atlántico. En la quinta estrofa se cuenta la Revolución francesa y la declaratoria de los derechos del hombre. Era el nacimiento político de Francia en 1789, para establecer como regla de gobierno y de organización social posible, la voluntad del pueblo a base de reconocimiento de los derechos de Libertad, Igualdad y Fraternidad en oposición del absolutismo de los reyes, del clero y de los nobles señores, lo cual era un violento despertar a la nueva vida. Uno de los campeones de aquel movimiento formidable era Jorge Jacobo Dantón, orador y estadista que pretendiendo moderar la situación creada por el terror de 1793, fue decapitado al año siguiente. El Rey Luis XVI era débil ante el poderío de sus ministros, de la nobleza y del clero, que se oponían a las reformas políticas y sociales en beneficio para el pueblo. Por eso y en vista que intentó salir de Francia aquel Rey fue condenado a muerte como reo, de los delitos de conspiración contra la libertad y atentados contra la seguridad del Estado. En ese tiempo se estableció la obligación general de rendir culto a la razón que fue elevada a la categoría de diosa de los franceses. La sexta estrofa describe la ruptura de las cadenas que nos ataban a la corona española y a la esclavitud. La séptima es un llamado cívico a todos los hondureños para defender el honor de nuestra bandera, que es genuina representante de Honduras, y cuyos pliegos gloriosos servirán de mortaja sublime a quienes ofrendan su vida por ella, siendo éste el más alto honor del ciudadano libre. Así como Francia, nuestra patria sacudió la servidumbre y se presentó ante los países civilizados sin las cadenas que lo ataban y que rompió con la proclamación de la Independencia el 15 de septiembre de 1821, para darse personalidad en el mundo. Los pliegos que contenían esa proclama llegaron a Tegucigalpa en la tarde del 28 de septiembre siendo celebrado el suceso con júbilo, respeto y adhesión por todos los ciudadanos reunidos en la sala capitular. Y del suelo bendito de Honduras, aquella tarde inolvidable, tras la cima de aquellos cerros y montañas, coronadas con nubes que se confunden con los bosques rápidamente desapareció la dominación española, a manera de un ave negra y dañina que se perdiese en el horizonte. Porque Honduras sea siempre y en todas circunstancias libre, soberana e independiente sus hijos le juramos emplear todos los recursos y fuerzas de que disponemos, unidos esforzados y leales en la idea, el sentimiento y la voluntad y declaremos que luminoso y feliz será el destino si la muerte nos halla con el pensamiento puesto en la Patria demostrando que el amor de ella está por sobre todas las cosas. Y por la defensa de la Bandera Nacional, que para nosotros es sagrada porque encierra la dignidad colectiva, y de presentar en todo el momento el triunfo y la grandeza de la paz y la guerra morirán al pie de ella, como leones, a millares, en terrible combate, todos los hondureños que sean necesarios, dejando en los sucesores en la sangre y el espíritu, modelos de honor que sabrán imitar dignamente.
Bandera de Honduras. (Foto: Mauricio Pineda) |
Coro:
Tu bandera, tu bandera
es un lampo de cielo
por un bloque, por un bloque
de nieve cruzado;
y se ven en su fondo sagrado
cinco estrellas de pálido azul;
en tu emblema que un mar rumoroso
con sus ondas bravías escuda,
de un volcán, de un volcán
tras la cima desnuda,
hay un astro, hay un astro
de nítida luz.
I
India virgen y hermosas dormías
de tu mares al canto sonoro
cuando echada en tus cuencas de oro
el audaz navegante te halló;
y al mirar tu belleza extasiado,
al influjo ideal de tu encanto
la orla azul de tus esplendido manto
con su beso de amor consagró.
II
De un país donde el sol se levanta,
más allá del atlante azulado,
aquel hombre te había soñado
y en tu busca a la mar se lanzó.
Cuando erguiste la pálida frente,
en la viva ansiedad de tu anhelo,
bajo el dombo gentil de tu cielo,
ya flotaba un extraño pendón.
III
Era inútil que el indio tu amado,
se aprestara a la lucha con ira,
porque envuelto en tu sangre Lempira
en la noche profunda se hundió,
y de la épica hazaña, en memoria,
la leyenda tan solo ha guardado
de un Sepulcro el lugar ignorado
y el severo perfil de un peñón.
IV
Por tres siglos tus hijos oyeron
el mandato imperioso del amo,
por tres siglo tu inútil reclamo
en la atmósfera azul se perdió.
Pero un día de gloria tu oído
percibió, poderoso y distante,
que allá lejos, por sobre el Atlante
indignado rugía un león.
V
Era Francia, la libre, la heroica,
que en sus sueños de siglo dormida
despertaba iracunda a la vida
al reclamo viril de Dantón.
Era Francia que enviaba a la muerte
la cabeza del rey consagrado
y que alzaba soberbia a su lado
el altar de la Diosa Razón.
VI
¡Tú también ¡Oh mi patria! te alzaste
de tu sueño servil y profundo;
tú también enseñaste al mundo
destrozando el infame eslabón.
Y en tu suelo bendito, tras la alta
cabellera del monte salvaje
como un ave de negro plumaje,
la colonia fugaz se perdió.
VII
Por guardar ese emblema divino
marcharemos, ¡Oh patria! a la muerte,
generosa será nuestra suerte,
si morimos pensando en tu amor.
Defendiendo tu santa bandera,
y en tus pliegues gloriosos cubiertos,
serán muchos, Honduras, tus muertos,
pero todos caerán con honor.
Coro:
Tu bandera, tu bandera
es un lampo de cielo
por un bloque, por un bloque
de nieve cruzado;
y se ven en su fondo sagrado
cinco estrellas de pálido azul;
en tu emblema que un mar rumoroso
con sus ondas bravías escuda,
de un volcán, de un volcán
tras la cima desnuda,
hay un astro, hay un astro
de nítida luz.
Existe, además, un argumento y explicación oficial redactado por el licenciado Gualberto Cantarero Palacios. Otros símbolos nacionales llamados menores son el mapa de la república de Honduras, el pino, la orquídea rhyncholaelia digbyana, el Himno a la Madre, los héroes de la independencia, el idioma español, entre otros.
Qué estés bien.
El autor de este post es publicitario, creativo y productor audiovisual y ha incursionado exitosamente como docente universitario para el Instituto de Mercadotecnia y Publicidad de México, así como en la UNITEC en Honduras desde hace más de veinte años. Es asesor publicitario independiente, redactor de artículos sobre publicidad, conferencista y blogger.