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29 mayo 2013

Estilismo, diseño, composición...Food styling


El estilismo gastronómico es el resultado final de la relación entre el arte, la elegancia y la alimentación reunidos sobre un plano virtual de dos dimensiones, el producto es la imagen que ha de seducir, y estimular; a pesar de ser ésta mediatizada ingresará a la mente por una única vía, el sentido de la vista.


Hay en uso muchos términos asociados que en general se refieren prácticamente a lo mismo como el estilismo gastronómico, la composición culinaria, el diseño gastronómico,  el estilismo de alimentos, en fin y otros que surgen frecuentemente por todas partes. Para hacerlo fácil, me quedo con food styling, y desde ya le pido las disculpas del caso a Miguel de Cervantes.
Bodegón.
El food styling es el heredero del bodegón pictórico de frutas de la temporada, con verduras, bebidas de la región, botellas, lácteos, etcétera. Para muchos se trata de un arte, el conocimiento sobre cómo preparar, diseñar, y disponer alimentos para la cámara, mostrándolos visualmente apetitosos. Involucra el dominio de técnicas especiales para destacar las propiedades de los alimentos y presentarlos completamente irresistibles -en su pleno y total esplendor- a través del sentido de la vista. Los alimentos y bebidas deben lucir siempre perfectos, higiénicos  deseables para comunicar un objetivo comercial o no, es un producto comunicacional en sí.
¡Mmm, yo quiero!
En primer lugar tengamos en mente que la imagen de comida trasciende la simple documentación; es una invitación sensorial. El color es lo primero que atrapa la vista: tonos vibrantes sugieren frescura y sabor intenso (el rojo de una fresa, el verde de una hierba), mientras que dorados y marrones evocan calidez y cocción perfecta. La textura, revelada por una iluminación cuidadosa (especialmente lateral o contraluz), es crucial; nos permite casi sentir lo crujiente de una fritura, la cremosidad de una salsa o la esponjosidad de un pan. El brillo estratégico –una gota de aceite, el glaseado de un postre, la condensación en un vaso– comunica jugosidad, frescura y riqueza, haciendo que la comida luzca suculenta y apetecible. Finalmente, el contexto, a través de props y el entorno, añade narrativa y deseo, situando el plato en una experiencia atractiva, ya sea un desayuno rústico o una cena elegante. La magia reside en la armonía de estos elementos.

El food styling busca que los alimentos y la vajilla sean el material perfecto para poner a volar la imaginación, el deseo y el apetito del observador. Cada plato deberá mostrar congruencia, contrastes o armonía de color, texturas interesantes que despierten el antojo de los espectadores y sobre todo que resalten las propiedades del platillo. Una de las cosas más importantes en el food styling es ser siempre fieles a la receta original pero utilizando ingredientes únicos y técnicas que logren una imagen perfecta.
Estilista de alimentos en plena tarea.
Al profesional que se especializa en esta labor se le conoce comúnmente como estilista de alimentos, food stylist, home economist, ecónomo, diseñador gastronómico, y en fin con muchos otros más. Su objetivo es lograr comidas y bebidas atractivas a la vista. Es un creativo apasionado por la cocina, con habilidades y conocimientos de la técnicas, del comportamiento, reacciones de la química de los ingredientes. Éste debe dominar distintas metodologías para atraer y captar la atención del consumidor a pesar de la mediatización visual limitada a las dos dimensiones de un plano. Se carece de los estímulos que presencialmente se captan mediante los sentidos del olfato y del gusto, los protagonistas de nuestra sensación de placer durante la alimentación.
Previo y durante se realiza la producción de food styling, deberás prestar atención a la ambientación. Es el entorno que rodea a la comida. La ambientación puede ayudar a crear una atmósfera y un estado de ánimo para la imagen. La ambientación puede incluir elementos como un plato, una mesa, un mantel o un fondo. La puesta en escena es el proceso de preparar la comida para la fotografía. La puesta en escena puede incluir tareas como cortar la comida, colocarla en un plato o añadir elementos decorativos. La puesta en escena es importante para crear una imagen atractiva y apetitosa.
El food styling eficaz se basa en principios clave para maximizar el atractivo visual y despertar el apetito. La frescura es primordial: los ingredientes deben lucir vibrantes, en su punto óptimo, como recién cosechados o perfectamente cocinados. Construir volumen y altura, a menudo mediante capas o soportes ocultos, evita que el plato se vea plano y le confiere una presencia tridimensional atractiva. El desorden controlado —migas deliberadas, gotas de salsa o salpicaduras calculadas— inyecta dinamismo y un toque de realismo apetecible, sugiriendo disfrute y acción. Lograr el brillo perfecto, aplicando con moderación aceites, agua pulverizada o siropes, es vital para comunicar jugosidad y resaltar texturas sin parecer grasiento. Finalmente, la importancia del corte y la presentación interna es crucial: revelar el interior de un pastel, el punto de cocción de una carne o la variedad de ingredientes en un guiso conecta directamente con el deseo del espectador de probarlo.
El objetivo de la imagen es que el observador desee comerse la página o la pantalla que está observando. Esta disciplina se ha ido expandiendo rápidamente alrededor del mundo entero, y se ha vuelto popular gracias al papel tan importante que juega la comida dentro de la sociedad.
Algunas de las reglas básicas de la fotografía en la composición culinaria son:
  • La simplicidad.
  • Más cerca, es mejor.
  • Cuidar el espacio circundante alrededor del centro de interés.
  • Ley de tercios bien aplicada.
  • Regla de los impares, destacar tres unidades.
  • Contrastar por semejanza, todos homogéneos menos uno.
Si bien la regla de los tercios es un punto de partida útil, la composición en fotografía gastronómica se enriquece enormemente explorando más allá. La elección del ángulo de cámara transforma radicalmente la percepción: el cenital (overhead) ofrece una vista gráfica ideal para patrones y flat lays; el ángulo de 45º simula la perspectiva del comensal, mostrando volumen y superficie; el nivel de mesa crea intimidad y realza la altura (pensemos en hamburguesas o pilas de tortitas); y el macro extremo sumerge al espectador en texturas y detalles íntimos. La profundidad de campo selectiva es una herramienta poderosa, desenfocando el fondo y/o primer plano para aislar al sujeto principal y añadir un toque profesional. Las líneas guía, ya sean naturales (el mango de un cubierto, el borde de un plato) o creadas (pliegues de un mantel), dirigen sutilmente la mirada hacia el punto focal. Finalmente, el uso consciente del espacio negativo permite que el sujeto respire, aportando elegancia o énfasis y evitando el desorden visual.
El color es un ingrediente visual fundamental en la fotografía gastronómica, dictando el estado de ánimo y la atracción inicial. La armonía cromática se logra mediante el uso consciente de paletas de colores, aplicadas tanto a la comida como a los props circundantes. Las paletas complementarias, usando colores opuestos en el círculo cromático (como el rojo de un tomate sobre un fondo verde), generan un contraste vibrante que hace resaltar los elementos y crea energía visual. Las paletas análogas, que utilizan colores vecinos (como tonos de naranja, amarillo y marrón en una escena otoñal), producen una sensación de cohesión, calma y naturalidad. Por otro lado, las paletas monocromáticas, basadas en diferentes matices y tonos de un solo color, aportan sofisticación y elegancia, permitiendo que la textura y la forma sean las protagonistas. La elección deliberada de una paleta unifica la composición, guía la mirada y refuerza poderosamente el mensaje apetitoso que se desea transmitir.
Proyecto del fotógrafo francés Francesc Guillamet.
Durante la década de los años noventas, sobre todo en Australia -Donna Hay- surgieron las nuevas reglas  para el food styling y se estableció una tendencia que incluye el uso destacado del foco selectivo en el primer plano y desafoque total en los demás planos y fondo, el plato es el protagonista de la historia, la simpleza, texturas sensuales -food porn- el uso de luz natural y lámparas de tungsteno, y de regreso a los materiales de naturales.
Jon Enoch, es un fotógrafo británico que ha ganado numerosos premios internacionales por su trabajo, entre ellos el premio al Fotógrafo del Año en los Pink Lady Food Photographer of the Year en 2023. El trabajo de Enoch se caracteriza por su uso de la luz y el color para crear imágenes vibrantes y apetitosas. Sus fotografías suelen centrarse en la comida callejera, que captura con una sensibilidad artística y una atención al detalle exquisita. Además será oportuno dar un vistazo al sitio de Fotografía RoSo de España.
La vanguardia en fotógrafos de alimentos la observamos en Carl Warner, Francesco Tonelli y Rick Souder,  El restaurante que marca la vanguardia culinaria está en Gerona, España -ElBulli- y su chef más reconocido en todo el mundo como nada menos que "el mejor" es Ferran Adrià Acosta quien suele hacer dupla con el fotógrafo francés Francesc GuillametEl chef Ferran Adrià Acosta está vinculado -actualmente- a la elBullifoundation, una fundación privada que promueve la investigación y la innovación gastronómica. En el marco de esta fundación, Ferran Adrià Acosta ha participado en proyectos como elBulli1846, un museo dedicado al restaurante El Bulli, o elBulliDNA, un laboratorio de investigación gastronómica
En Brasil sobresale el trabajo de este equipo que forman su propio estudio de fotografía de alimentos, Studio SCSegún la lista de los 50 mejores restaurantes de América Latina 2023, publicada el 1 de diciembre de 2023, el mejor restaurante de América Latina es Maido, ubicado en Lima, Perú. Maido, es un restaurante de cocina nikkei, que fusiona la cocina peruana con la japonesa. El restaurante está dirigido por el chef Mitsuharu Tsumura. Quien ha sido reconocido como uno de los mejores chefs del mundo.

El crew de un proyecto de food styling involucra en mucho al cliente, quien es la persona que ha solicitado el mismo, un director de arte (visualizador gráfico), fotógrafo de alimentos, estilista de alimentos, un chef asistente, productor, regente o studio manager, especialista en retoque digital, director de arte ovisualizador y un prop stylist.
El arsenal de un food stylist es tan variado como creativo, lleno de herramientas precisas para manipular delicadamente cada elemento en el plato. Las pinzas, de diversos tamaños, son extensiones de los dedos, permitiendo colocar hierbas minúsculas o ajustar granos de arroz con exactitud quirúrgica. Los pinceles se usan para aplicar aceites, salsas o eliminar migas indeseadas. Los goteros y vaporizadores son esenciales para crear gotas de rocío perfectas, añadir brillo controlado o simular frescura; la glicerina mezclada con agua crea gotas que perduran bajo las luces calientes. Un soplete de cocina es clave para dorar bordes, crear marcas de parrilla convincentes o caramelizar azúcares rápidamente. Para construir estructura y mantener elementos en su lugar, los palillos y la masilla adhesiva (como Fun-Tak) son aliados indispensables. Estas son solo algunas de las herramientas visibles; el verdadero arsenal incluye innumerables trucos y soluciones ingeniosas desarrolladas con experiencia para lograr esa imagen perfecta y apetitosa.
Las herramientas de esta actividad son variadas y muchas, pero siempre es posible definir una lista básica de props o atrezzo:
  • Superficies y texturas varias.
  • Fondos.
  • Platos, cubiertos, vasos, copas, etc.
  • Tablas para cortar.
  • Recipientes, botellas, bandejas.
  • Materia prima, ingredientes originales de la receta.
Sergio Coimbra, máximo exponente del Brasil en Food Styling.
Adicionalmente el estilista de alimentos deberá dominar conocimientos previos indispensables para lograr la imagen correcta, conocer la marca y el producto, conocer su reacción a las luces, reacción a las temperaturas, reacción al oxigeno, dominio de la psicología del color, composición visual, diagramación, publicidad gráfica y televisiva, entre otros.
El arte del food styling a menudo emplea un sutil maquillaje para asegurar que los alimentos luzcan irresistibles bajo las luces del estudio. Para realzar colores, se pueden usar aceites ligeros para dar brillo o seleccionar cuidadosamente las piezas más vibrantes. El esquivo vapor en platos calientes se simula frecuentemente con vaporizadores ocultos, incienso o bolas de algodón húmedas calentadas justo antes de disparar. El helado, un sujeto notoriamente fugaz, a menudo se reemplaza por sustitutos resistentes (como puré de patatas teñido o una mezcla de manteca vegetal y azúcar glas) o se trabaja con el real congelado a temperaturas extremadamente bajas y con rapidez. Para que la carne luzca jugosa y perfectamente dorada, se aplican estratégicamente aceites, salsas para dorar (como Kitchen Bouquet) o incluso se usa un soplete para marcas de parrilla precisas, a menudo dejándola ligeramente menos cocida. Las ensaladas mantienen su aspecto fresco y vibrante con pulverizaciones de agua fría, a veces con una pizca de glicerina para gotas duraderas. Estas técnicas no buscan engañar el paladar, sino capturar la esencia más apetitosa del plato para la cámara.
En la fotografía gastronómica, la dirección de la luz es mucho más que una elección técnica; es el escultor principal de la apetitosidad. Olvídate de la luz frontal directa, esa que aplana los rasgos y elimina las sombras; en comida, resulta desastrosa, robándole toda su vida y volumen, haciéndola parecer una ilustración insípida. La magia reside en la luz lateral y, sobre todo, en el contraluz. La luz lateral, al incidir desde un costado, crea sombras y luces que modelan la forma y, crucialmente, revelan la textura: la rugosidad de un pan rústico, las capas de un hojaldre, la granulosidad de una salsa. El poder del contraluz es aún más dramático; al iluminar desde atrás, perfila los bordes con un halo luminoso, atraviesa líquidos haciéndolos brillar, resalta el vapor y define la silueta, otorgando una sensación de volumen y frescura tridimensional que invita casi a tocar y probar. Dominar estas direcciones es clave para transformar un plato en un objeto de deseo.
Una vez posicionada la luz principal, el verdadero arte reside en controlar las sombras y los brillos para dar forma y dimensión al sujeto. Aquí es donde entran en juego los modificadores pasivos. Los reflectores rebotan la luz existente hacia las áreas de sombra: el blanco proporciona un relleno suave y natural; el plateado ofrece un rebote más brillante y contrastado, ideal para añadir chispa; y el dorado introduce calidez, perfecta para panadería o platos otoñales. Por el contrario, los bloqueadores (superficies negras como cartulinas o telas) se usan para absorber luz, intensificando las sombras, añadiendo dramatismo o eliminando reflejos indeseados en superficies brillantes o cubiertos. Además, la difusión, colocando material translúcido entre la fuente de luz y el alimento, suaviza la calidad de la luz, difuminando los bordes de las sombras y reduciendo los brillos especulares intensos. Estas herramientas permiten literalmente esculpir la luz, afinando el contraste y guiando la mirada del espectador.
Diagrama o esquema de iluminación previo a sesión de fotos.


Montaje de luces según al esquema visualizado con anticipación.
Para que una fotografía gastronómica cobre vida y evite la planitud, es fundamental crear capas y profundidad, construyendo una escena verdaderamente tridimensional. Esto se consigue pensando más allá del sujeto principal y utilizando estratégicamente elementos tanto en el primer plano como en el fondo. Un objeto en primer plano, quizás el borde de un vaso, un cubierto ligeramente desenfocado o un ingrediente relevante, actúa como un ancla visual, invitando al espectador a entrar en la imagen y guiando su mirada hacia el plato héroe. Simultáneamente, un fondo cuidadosamente elegido —una textura interesante, otros elementos del entorno como una ventana o plantas, o incluso solo una luz sugerente— añade contexto, atmósfera y refuerza la sensación de espacio real. Esta superposición deliberada de planos convierte la foto en una experiencia más inmersiva, haciendo que la comida parezca tangible y situada dentro de un ambiente atractivo.
La fotografía gastronómica más cautivadora va más allá de mostrar un plato delicioso; cuenta una historia. Una imagen puede transportarnos a un desayuno de domingo pausado, con luz suave entrando por la ventana y una taza humeante, o meternos en medio de la preparación de una receta, con harina espolvoreada y utensilios en acción, o capturar la alegría efímera de un brindis con copas chocando. Aquí es donde reside el poder de los props: no son meros adornos, sino actores silenciosos que construyen la narrativa. La vajilla elegida (rústica o fina), los cubiertos (antiguos o modernos), los textiles (un mantel formal o un paño de cocina casual) y la presencia de ingredientes crudos cercanos definen el contexto, evocan emociones y transforman al espectador casual desde un simple observador inesperado en un participante -imaginario- en esa escena apetitosa.
El retoque en Adobe Photoshop, con un enfoque foodie, es la etapa final crucial para elevar una buena fotografía de alimentos a una imagen irresistible, pero siempre con el objetivo de mantener la naturalidad. El proceso comienza con la limpieza meticulosa: eliminar migas indeseadas (las deliberadas se quedan), pequeñas manchas, huellas dactilares en la vajilla o imperfecciones menores en los ingredientes que distraigan la atención. Posteriormente, se aborda el realce selectivo de textura y color; esto no significa saturar artificialmente, sino avivar sutilmente la intensidad de ciertos tonos (el rojo de una fruta, el dorado de una corteza) y aplicar micro-contraste para que las texturas (lo crujiente, lo cremoso) realmente salten a la vista. El enfoque se aplica selectivamente para dirigir la mirada del espectador a los puntos clave más apetitosos. También se realiza la corrección de pequeñas distracciones en el fondo o en los props. La herramienta Licuar (Liquify) se usa con extrema moderación, quizás para corregir una leve deformidad en un producto horneado o redondear sutilmente una fruta, pero nunca para alterar drásticamente la forma. La regla de oro es la sutileza: el resultado final debe ser creíble, apetecible y auténtico, una versión idealizada de la realidad, no una fantasía digital.

Para quien descubra que posee un fuerte interés en esta área ahora mismo se está disponiendo capacitación especializada a través de Internet, también en otros países- México, Argentina, España, Canadá, Australia- y ya no sólo en los Estados Unidos como hace unos años atrás, ingresa ahora mismo a un curso en línea sobre este interesante tema con Bill Robbins.
¡Quiero uno para mi!
Puedes disfrutar también de una copia en pdf de un buen libro sobre el tema para iniciar tu aprendizaje sobre este interesante tópico. Es muy probable que en tus redes sociales te hayas encontrado algunos vídeos como el que veremos a continuación. Creo que vale el esfuerzo verlo nuevamente para entender mejor cómo se puede lograr la magia de que los alimentos se vean aún mejor ante la lente de la cámara.
Hace unos años atrás tuve el honor de visitar el Estudio Gavilán en la Cd. de México, fue una experiencia grata para mi y mis estudiantes, les comparto un vídeo de Luis Carlos. Espero haber ampliado un poco más lo que conocíamos sobre esta especialidad de la fotografía de productos alimenticios, que más que un oficio es un arte en sí. Vamos a tomarnos unos minutos y juntos podremos descubrir algunas técnicas que te podrán ayudar a lograr mejores resultados en tus futuros proyectos.


Muchos fotógrafos confirman su particular atracción por un objetivo muy práctico para hacer tomas de alimentos. Se trata del objetivo de 105 mm. f.2.8 con macro. Ya casi para finalizar observemos otro vídeo con más técnicas profesionales que nos ayudarán a mejorar el aspecto final de la fotografía de alimentos.
Si después de estudiar y dominar esta especialidad de la fotografía comercial deseas presumir los resultados al más alto nivel sube tus maravillosas fotos de alimentos a este repositorio especializado. Hacer clic aquí.
Que estés bien.










El autor de este post es publicitario, creativo y productor audiovisual y ha incursionado exitosamente como docente universitario para el Instituto de Mercadotecnia y Publicidad de México, así como en la UNITEC en Honduras desde hace más de veinte años. Es asesor publicitario independiente, redactor de artículos sobre publicidad, conferencista y blogger.

19 mayo 2011

Fotografía de bebidas (Food stylist)

¿Tú también eres de los que cree que no hay nada mejor que tomar un café caliente una fría tarde? Además de restaurar nuestra temperatura interna, nos anima para terminar la jornada y seguir adelante. Resulta restaurador disfrutar de una limonada con hielo una caliente mañana  de primavera. Las bebidas además de ayudarnos a sentirnos más a gusto con el clima llevan otros beneficios. Esta actividad especializada de la fotografía de productos la hemos ampliado en otro post, para leerlo sólo dale click aquí.

¿Qué sensación térmica percibes al observar esta imagen? 
Las fotografías para este tipo de productos demandan de ciertas técnicas; como el frecuente uso de substitutos de materiales que resistan las rudas demandas de un estudio de fotografía, escalas tonales más agradables a la vista, condensación de agua en las superficies de los recipientes, las gotitas y gotas, la escarcha, hielos, espuma y demás que los hacen irresistibles.
Veamos algunos ejemplos muy inspiradores de fotografías de bebidas frías que bien pudieran serte útiles para inspirarte en el futuro.

Fondo blanco iluminado ligeramente "quemado" o sobreexpuesto, acompañado de la materia prima que nos refuerza su original calidad, sobre un tablero de superficie brillante que duplica en el reflejo la presencia de la bebida. Los cubos de hielo refuerzan la sensación visual de temperatura baja. La transparencia del color rojo es vital para atraer la mirada al centro de interés y jugar con los tonos en las áreas de los hielos.



En otros casos la fotografía de bebidas en envases metálicos, de cartón plastificado, botellas de color oscuro u otros que no nos permiten ver su interior para verificar su calidad y pureza, para resolverlo se demanda de otro recipiente transparente que nos deje ver todas estas bondades. Un poco de hielo y algunas gotas colocadas estratégicamente.

La transparencia deberá ser reforzada en muchos casos, pues algunas bebidas oscuras no tienen escala tonal que resulte atractiva para mantener la mirada del observador por más tiempo sobre la imagen propuesta.
Pero también podríamos fotografiar bebidas calientes para restaurarnos en un día de mucho frío, o para prepararnos al inicio de una faena de trabajo.

¿Qué sensación térmica percibes al observar esta imagen?


Los elementos que rodean la taza del café están reforzando todo el aroma, la tradición, y el ritual de tomarse -para mi gusto le faltó espuma a la orilla de la taza- creo que cada lugar desarrolla algún acompañamiento local a la hora de disfrutar su café o la hora del té. A mi gusto -personal- el vapor deberá lograrse en producción y no en pos proceso.



Para el cierre de este post les comparto algunas tomas de detalle muy interesantes para publicidad o fotografía editorial.

¿Qué sensación térmica percibes al observar esta imagen?






¿Qué estado percibes aquí reposo o movimiento?


Con las herramientas de AI y de generación de imágenes es posible desarrollar layouts de acabado hiperrealista para desarrollar la pre producción o layouts de tus proyectos. Te presento dos ejemplos de layouts desarrollados a través de la herramienta de AI de Microsoft Copilot. Con una instrucción que dice: "Copilot, desarrolla una imagen hiperrealista de una bebida en botella de vidrio tipo lágrima, líquido de color rojo, etiqueta con texto blanco que dice "Copan Dry". La botella tiene gotas finas y agua condensada, también unas pocas gotas gruesas. Al pie de la botella hay escarcha de hielo a un lado. Justo a su lado hay un vaso de vidrio con hielos y la bebida roja. Al fondo vemos un color azul obscuro:


También podemos agregar personajes que representen consumidores reales -Target- que muestran cómo se utiliza o cómo se disfruta de un producto, algo que se suele llamar producto en situación de consumo:

Dispersión creativa de bebida en uso con modelo.

Dispersión creativa de bebida en uso  con modelos.

Dispersión creativa de bebida en uso con modelo.
La eficacia de la fotografía publicitaria de bebidas frías radica en explotar mecanismos psicológicos específicos del consumidor. Los estímulos visuales clave actúan como desencadenantes directos del deseo. La condensación visible funciona como un potente indicador de frío intenso, prometiendo alivio y frescura inmediata a nivel subconsciente. El hielo claro, por su transparencia, evoca pureza, calidad superior y una percepción intensificada del frío, superando al hielo opaco. Los colores vibrantes son esenciales para comunicar la intensidad del sabor, la frescura y para captar la atención de forma primordial, diferenciando el producto en un mercado saturado. Finalmente, las burbujas activas sugieren efervescencia, dinamismo y anticipan una experiencia sensorial estimulante en el paladar. La orquestación precisa de estos elementos visuales busca maximizar la percepción de atributos deseables, impulsando la conexión emocional y la intención de consumo inmediata. Desde una perspectiva de neuromarketing y psicología del consumidor, la imaginería publicitaria de bebidas frías activa resortes sensoriales primarios para generar deseo inmediato. Estos estímulos, combinados, buscan evocar una respuesta visceral que motive la compra.
La selección del envase en la fotografía publicitaria de bebidas es una decisión estratégica fundamental, no meramente funcional. Cada tipo de bebida posee un contenedor cultural o comercialmente asociado (la copa de vino específica, el vaso de pinta, la botella icónica de una marca) que refuerza su identidad y las expectativas del consumidor. La pieza elegida se convierte en el héroe: debe ser estructuralmente perfecta y representar el ideal de ese recipiente. La preparación exige una limpieza obsesiva, casi forense, utilizando guantes para evitar huellas, paños de microfibra específicos, soluciones de limpieza sin residuos y, a menudo, técnicas anti-estáticas para repeler el polvo, ya que la mínima imperfección se magnifica bajo la iluminación de estudio. El manejo de etiquetas y logos es igualmente crítico: deben estar inmaculados, perfectamente alineados según las directrices de marca y sin daños. Cualquier fallo en la presentación del envase compromete directamente la percepción de calidad y el atractivo del producto final.
Como fotógrafos, no solo capturamos la bebida, ¡capturamos la experiencia! Y el vaso o copa es el escenario principal. Cada forma tiene su personalidad y su propósito. Aquí algunos de los imprescindibles:
Vaso Highball (o de Tubo)  Alto, delgado, sin tallo. Versátil y moderno.
Bebidas Típicas del vaso Highball: Es contendor idoneo para Gin & Tonic, Vodka Soda, Mojito (a veces), refrescos, agua con gas, zumos largos. Ideal para mostrar capas de color, la ascensión de burbujas y garnishes altos como ramas de menta o rodajas de cítricos verticales. Su altura da elegancia.

Vaso Collins
El vaso Collins es muy similar al Highball, a menudo un poco más grande (más volumen). Tom Collins, otros cócteles largos, limonadas elaboradas. Similar al Highball, excelente para composiciones verticales. Permite mucho hielo y líquido, maximizando la sensación de frescura.

Vaso Old Fashioned (o Rocks / Tumbler Bajo)
Vaso Old Fashioned (Rocks / Tumbler Bajo) Es un vaso bajo y ancho, robusto, con un Whisky on the Rocks o un Negroni. Bajo, ancho, con base pesada. Transmite solidez y sofisticación clásica. Idoneo para Whisky solo o con hielo ("on the rocks"), Old Fashioned, Negroni, cócteles cortos con base de espirituoso. Perfecto para destacar un buen hielo (un bloque grande o esfera luce genial aquí), el color profundo del licor y garnishes como twists de naranja. Su baja altura invita a ángulos más cercanos e íntimos.

Copa Martini (Copa Cóctel Clásica)
Copa Martini (Copa Cóctel Clásica). Forma cónica invertida sobre un tallo largo. Elegancia y sofisticación pura. Martini, Cosmopolitan, Manhattan (a veces), otros cócteles "straight up" (sin hielo). Su silueta es inconfundible. El desafío está en manejar los reflejos en su amplia superficie y estilizar el garnish en el borde o dentro. Transmite una sensación de evento especial.

Copa Coupé (o Coupe)
Copa Coupé (o Coupe). Posee una superficie ancha y redondeada, con un aire vintage y festivo. Originalmente para Champagne. Ideal para Daiquiri, Gimlet, Bee's Knees, Champagne (aunque la flauta conserva mejor las burbujas, la coupé es muy fotogénica), cócteles servidos "up". Su amplia superficie es genial para mostrar garnishes flotantes o decoraciones en el borde. La forma redondeada suaviza la luz de manera atractiva.

Copa de Vino Blanco / Universal
Copa de Vino Blanco o Universal. Tallo largo para mantener el frío, cáliz más recogido para concentrar aromas delicados. Ideal para Vino blanco, Rosé, algunos cócteles a base de vino. La condensación en el cáliz es clave. La transparencia del vino y los reflejos en el cristal son puntos focales. El tallo añade elegancia vertical.

Copa Flauta.
Copa Flauta. Alta y delgada, diseñada para preservar la carbonatación y dirigir las burbujas. Ideal para el Champagne, Cava, Prosecco, otros vinos espumosos, cócteles con base espumosa (Kir Royale, Bellini). Excelente para capturar el movimiento de las burbujas. La iluminación lateral o contraluz es esencial para hacerlas brillar.

Jarra de Cerveza (Mug)
Jarra de Cerveza (Mug). Gruesa, resistente, con asa. Transmite una sensación rústica, abundante y festiva. Cervezas Lager, Ales (especialmente en entornos tipo pub o festival). Ideal para mostrar una buena cabeza de espuma y la condensación sobre el vidrio grueso. El asa puede ser un elemento compositivo interesante.

Vaso de Pinta (Pint Glass)
Vaso de Pinta (Pint Glass). Forma cónica simple, funcional y muy común. Ideal para Gran variedad de cervezas (Lagers, Ales, Stouts), sidras. Su simplicidad permite centrarse en el color y la textura de la cerveza y la espuma. Los logos, si presentes, deben estar bien iluminados y enfocados.

Vaso de Pilsner
Vaso de Pilsner. Alto, esbelto, a menudo con una ligera curva. Elegante y diseñado para mostrar la claridad y carbonatación. Ideal para cervezas tipo Pilsner y Lagers claras. Similar al Highball o Collins, pero específico para cerveza. Ideal para resaltar el color dorado y las burbujas ascendentes.

En la fotografía publicitaria de bebidas, el líquido mismo debe ser impecable, exhibiendo un color y claridad perfectos que representen fielmente el producto o su versión idealizada. Lograr esto a menudo va a implicar una decisión crucial: usar el líquido real o acudir a sustitutos. El líquido real ofrece autenticidad, pero puede presentar desafíos como sedimentos, variaciones de color, o reaccionar químicamente (opacidad en jugos). Los sustitutos, como agua teñida con colorantes alimentarios o geles especiales, brindan un control absoluto sobre el tono, la transparencia y la estabilidad bajo las luces del estudio, facilitando largas sesiones. La elección depende del producto y los objetivos del shooting. Independientemente de la opción, el filtrado meticuloso y la eliminación de cualquier impureza visible son pasos no negociables para asegurar que el líquido luzca puro, atractivo y absolutamente libre de defectos en la imagen final.

El hielo es un elemento visual definitorio en la fotografía de bebidas frías, y su manejo distingue al profesional. Obtener hielo real perfectamente transparente requiere técnicas específicas: usar agua hervida dos veces o destilada para eliminar gases disueltos, o emplear la congelación direccional (congelar lentamente desde una sola dirección en una nevera aislada) para expulsar impurezas y obtener bloques cristalinos. Sin embargo, el principal desafío es logístico: ¡se nos derrite!, rápidamente bajo el calor de las luces, exigiendo una manipulación veloz y reemplazos constantes. Por ello, el hielo acrílico como substituto del hielo real es la solución preferida en publicidad. Sus ventajas son el control absoluto sobre la forma y colocación, la durabilidad indefinida y la disponibilidad en formas perfectas y diversos tipos (cubos estándar, esferas, hielo picado). El truco es hacerlo lucir realista, añadiendo textura superficial (un ligero lijado o raspado), rociándolo con mezclas de agua+glicerina para simular el deshielo y colocando estratégicamente imperfecciones sutiles. Iluminar hielo falso vs. real también difiere: el acrílico puede necesitar una difusión más cuidadosa para evitar reflejos duros y lograr la refracción interna característica del hielo auténtico. El universo del hielo falso para fotografía se centra principalmente en materiales que ofrecen control y durabilidad bajo las luces. El rey indiscutible es el acrílico de alta calidad. Este material ofrece una claridad cristalina, un peso sustancial y una refracción de la luz muy similar al hielo real. Vienen en una enorme variedad de tamaños y formas: desde los clásicos cubos (pequeños, medianos, grandes), esferas perfectas para cócteles elegantes, hasta hielo picado/triturado de aspecto irregular o incluso bloques más grandes. Las texturas también varían; algunos son perfectamente lisos y transparentes. El hielo falso es la solución profesional por excelencia para evitar la carrera contra el reloj que supone el hielo real derritiéndose bajo las luces. Su principal ventaja radica en el control y la durabilidad. Generalmente, está fabricado en acrílico de alta calidad o, a veces, en resinas claras, materiales elegidos por su transparencia y resistencia. Viene en una amplia gama de tamaños y formas: desde los clásicos cubos (pequeños, medianos, grandes "rocks"), pasando por hielo picado o triturado, elegantes esferas, hasta bloques o trozos irregulares que simulan un aspecto más artesanal. La textura varía: algunos tienen imperfecciones internas deliberadas como pequeñas burbujas o fisuras para mayor realismo, mientras otros son perfectamente cristalinos. Para su uso correcto y lograr que parezca auténtico (su "maquillaje"), es fundamental aplicarle una mezcla de glicerina y agua pulverizada para simular la condensación y el aspecto húmedo del deshielo; a veces, un ligero lijado o raspado puede añadir textura superficial. La clave está en seleccionarlo acorde al tipo de bebida y vaso, colocarlo de forma natural (no demasiado perfecto) y, sobre todo, iluminarlo adecuadamente (a menudo con contraluz) para que refracte la luz de manera similar al hielo real, evitando reflejos plásticos indeseados.

La condensación controlada es un arte esencial en la fotografía de bebidas frías, crucial para comunicar visualmente el frío intenso y la refrescancia. Las técnicas más comunes incluyen la mezcla de glicerina y agua – cuyas proporciones se ajustan según el tamaño de gota deseado y la humedad ambiente (empezando a menudo con 50/50 y adaptando) – aplicada con pulverizadores finos. Esta mezcla crea gotas duraderas que no se evaporan rápidamente bajo las luces. Frecuentemente, se aplica sobre una capa base de spray matificante (dulling spray), que ayuda a las gotas a adherirse al vidrio liso y reduce los reflejos especulares. Se pueden emplear efectos combinados para mayor realismo. La aplicación varía desde una fina niebla para un look escarchado general, hasta gotas definidas y estratégicamente ubicadas mediante goteros y glicerina para mayor impacto visual. Es vital controlar los goteos indeseados y definir zonas de aplicación no uniformes, imitando la formación natural pero de forma estética. El objetivo es siempre evitar y alejarnos del aspecto sudado o excesivo, buscando en todo momento una frescura creíble y apetitosa.
¿Quieres saber el truco para que esas bebidas en las fotos parezcan súper frías y apetecibles, con esas gotitas perfectas resbalando por el vaso?  Lo que hacemos los magos del food styling es preparar el escenario: primero, rociamos el vaso (¡limpísimo!) con un spray mate, como el Dulling Spray o un fijador mate. Esto le da un toque helado y, lo más importante, ¡hace que las gotas se agarren! Luego viene la pócima secreta: una mezcla de glicerina y agua que rociaremos finamente. La glicerina es la estrella: hace que las gotas sean gorditas, brillantes y ¡duren una eternidad sin evaporarse! Así podemos jugar con ellas, colocarlas justo donde queremos y conseguir esa foto irresistible que te hace querer darle un buen sorbo ¡ya mismo! ¡Parece como magia controlada para la cámara!

Las burbujas y la efervescencia son cruciales para capturar la vida y el dinamismo en fotografía de bebidas, transmitiendo frescura carbonatada de forma instantánea. Para inducir o realzar este efecto visualmente durante la sesión, se recurre a trucos como añadir discretamente sal o azúcar (que actúan como puntos de nucleación), una agitación controlada justo antes del disparo, o incluso, con precaución por la intensidad y duración, pequeñas fracciones de Alka-Seltzer. Fotográficamente, la clave para revelarlas con impacto reside en las técnicas de iluminación. El contraluz es fundamental, ya que ilumina a través del líquido y las burbujas, haciéndolas destacar como pequeñas esferas brillantes y definiendo su trayectoria ascendente contra fondos más oscuros o iluminados selectivamente. Esto transforma una imagen estática en una representación vibrante y apetecible de la bebida.
Las burbujas de verdad son unas tímidas y se esfuman enseguida, así que para darles vida y que la cámara las muestre bien, a veces recurrimos a un pequeño empujoncito efervescente (¡sí, una pizca de pastilla tipo Alka-Seltzer puede ser nuestro aliado secreto justo antes del clic!). Y para esa espuma cremosa y duradera que parece aguantar el calor del estudio como una campeona. ¡Prepárense para el secreto!: un poquito de jabón líquido transparente bien batido con algo del líquido de la bebida. ¡Sí, sí, como lo oyes! Crea una espuma súper estable y con un aspecto genial que no se desvanece. Es el toque final del maquillaje para que esa bebida grite '¡recién servida y deliciosa!' ante la cámara.

Los garnishes son adornos comestibles que se añaden a bebidas y platos para mejorar su presentación, aroma y sabor. La palabra garnish proviene del inglés y significa adornar. Los garnishes impecables actúan como puntos focales cruciales en la fotografía de bebidas, elevando la presentación y el atractivo. La selección es rigurosa: se buscan los ejemplares más frescos de limones, limas, menta, cerezas, aceitunas u otras materias primas relevantes como hierbas (romero, tomillo), frutos rojos o incluso bordes de azúcar/sal, priorizando color vibrante, forma perfecta y ausencia total de imperfecciones. El corte perfecto es esencial, requiriendo precisión casi quirúrgica para obtener rodajas uniformes, gajos limpios, twists elegantes o zests finos que revelen texturas atractivas. Para mantener la frescura bajo las luces del estudio, se emplean trucos como mantenerlos sumergidos en agua helada hasta el último momento o aplicarles finas pulverizaciones de agua justo antes de disparar. Su colocación estratégica dentro de la composición es clave: añaden un toque de color contrastante o armónico, equilibran la imagen y guían la mirada del espectador, reforzando la historia visual y la apetitosidad de la bebida.

En fotografía de bebidas, el contraluz es rey. Esta técnica de iluminación resulta ser fundamental, posicionando la luz principal detrás del sujeto, es insuperable para hacer brillar los líquidos al atravesarlos, revelando su color y transparencia. Además, define nítidamente los bordes del vaso y, crucialmente, atraviesa el hielo y las burbujas, revelando su textura tridimensional y efervescencia. Complementariamente, el Rim Lighting, logrado con fuentes controladas laterales/traseras, crea líneas de luz definidas en los bordes del vidrio, ayudando a separarlo del fondo y darle forma precisa. La elección entre Luz Suave vs. Dura es estratégica: softboxes grandes generan reflejos limpios en el vidrio, mientras que fuentes más duras (con grids o snoots) son ideales para acentuar la textura chispeante del hielo o la condensación, añadiendo contraste y detalle focalizado. Para aplicar la técnica del Rim Lighting en bebidas, coloca una o dos fuentes de luz (a menudo con modificadores como snoots, grids o strip boxes estrechos) detrás y ligeramente a los lados del vaso o botella. Dirige estas luces hacia la cámara, de modo que el haz de luz roce los bordes del recipiente desde atrás. Ajusta el ángulo y la posición hasta que veas líneas brillantes y definidas contorneando las siluetas del vidrio. Utiliza banderas (flags) negras para bloquear cualquier luz directa que pueda incidir en el objetivo (flare) y para evitar que ilumine excesivamente el frente del sujeto.

La post-producción en fotografía publicitaria de bebidas es una fase crítica donde la imagen se refina hasta alcanzar la perfección comercial, siempre balanceando el pulido con la autenticidad. Se inicia con una Limpieza Extrema: la eliminación minuciosa de cualquier mota de polvo, diminutas imperfecciones en el vidrio, o reflejos residuales no deseados, utilizando herramientas como el Clonado y el Pincel Corrector a nivel experto para asegurar una superficie inmaculada. A continuación, se procede al realce de Claridad y Color mediante ajustes selectivos que buscan que el líquido luzca vibrante y, fundamentalmente, fiel al producto real; el manejo de la transparencia es clave aquí. El perfeccionamiento del Hielo y la Condensación requiere atención detallada: mejorar su definición y brillo, eliminar gotas feas o mal posicionadas, y utilizar Dodge & Burn de forma sutil para modelar su volumen y resaltar texturas frías. El refinamiento de Reflejos es otro paso vital, ya sea para suavizar distracciones o para definir y limpiar los reflejos intencionados. Se aplica Enfoque Selectivo para asegurar una nitidez impactante en los puntos clave: el logo, el garnish, la textura del hielo. La Integración de Marca es primordial, garantizando la perfecta visibilidad y legibilidad del logo o etiqueta. Finalmente, y quizás lo más importante, es mantener la credibilidad, evitando a toda costa el aspecto plástico o excesivamente digital. El objetivo es la perfección creíble, una imagen pulida que siga sintiéndose auténtica y, sobre todo, irresistiblemente refrescante.
Justo bajo esta línea de texto te comparto un par de vídeos tutoriales que te van a ayudar a comprender el proceso paso a paso para crear imágenes fotográficas verosímiles de bebidas frías, que disfrutes:



Gracias por haber llegado hasta aquí. Hablemos de esas pequeñas trampas que hasta los más experimentados podemos pisar al fotografiar bebidas. ¡Imaginen la escena perfecta arruinada por una huella dactilar rebelde en el vaso o un reflejo feo justo en el logo! Eso es un clásico "¡no, por favor!". Eviten a toda costa esa luz frontal que aplana todo y le roba la chispa; ¡queremos volumen y brillo! Cuiden ese hielo, que no parezca triste y derretido (¡ni el falso ni el real!). Y esa condensación... ¡buscamos gotitas frescas y sugerentes, no que el vaso parezca haber sudado la gota gorda tras una maratón! No me hagan empezar con limones tristes, con golpes evidentes y mustios o una composición que parezca un puesto en la calle. Asegúrense de que el color del líquido sea el correcto, el foco esté clavado donde debe y, por el amor al buen gusto, ¡no conviertan la bebida en un dibujo animado con el retoque! Al final, buscamos esa perfección creíble que hace que cualquiera quiera agarrar tu foto y darle un sorbo. ¡Mantengámoslo real y refrescante!
Hasta pronto, puedes agregar tus comentarios y sugerencias. Hasta pronto, que estés bien.










El autor de este post es publicitario, creativo y productor audiovisual y ha incursionado exitosamente como docente universitario para el Instituto de Mercadotecnia y Publicidad de México, así como en la UNITEC en Honduras desde hace más de veinte años. Es asesor publicitario independiente, redactor de artículos sobre publicidad, conferencista y blogger.